MARIA EN PIE DE LUCHA

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lunes, 26 de enero de 2009

LO QUE EL MUNDO NO QUIERE CONOCER: LOS SIN TIERRA DE GAZA

25 Ene 2009 Lo que el mundo no quiere conocer: Los sin tierras de Gaza Escrito por: Enrique Carlos Fernández el 25 Ene 2009 - URL Permanente Los sin tierra de Gazadocumento de octubre 2006 Beit Hanun, ayuntamiento del norte de la franja de Gaza, ceñido a la frontera con Israel, está sufriendo en estos momentos una brutal incursión armada que ha terminado con la vida de siete personas. Son muchos los recuerdos que me traen esta noticia. Las calles desiertas, las casas destruidas, los campos sin cultivar. Sin dudas, es la población más castigada de Gaza, ya que vive bajo la constante amenaza de las tropas hebreas. "Los tanques israelíes entran aquí tan a menudo, el otro día llegaron hasta la puerta del ayuntamiento, que ya no las llamamos incursiones militares, las llamamos visitas", me dijo con ironía Mohamed Mazel Al Kafarna, alcalde de Beit Hanun, cuando lo entrevisté en agosto. "En dos meses han muerto más de 30 personas, pero lo peor es que están destruyendo nuestra economía, nuestras infraestructuras, y no damos abasto para hacer frente a la catástrofe humanitaria. Quieren que nos vayamos de aquí, por eso nos agreden de esta manera". La familia Al Kafarna representa en buena medida lo que significa la realidad cotidiana de Beit Hanun - en la que el 70% de sus 32 mil habitantes son agricultores -, las consecuencias del cerco israelí y de los constantes ataques más allá de los muertos y heridos. Tiene 38 integrantes, que viven en una casa de tres plantas próxima a la alambrada que separa a Gaza de Israel. Cuando los visito observo con preocupación los blindados Merkava que, situados a menos de un kilómetro, nos apuntan con sus cañones. Los cabeza de familia son tres hermanos: Jamal Al Kafarna, de 48 años y padre de 14 hijos; Jamil Al Kafarna, de 45 años, que tiene 11 niños; y el más joven, Mohamed Al Kafarna, de 35 años, padre de nueves pequeños. Hasta el comienzo de la segunda Intifada llevaban una existencia relativamente próspera. En sus cuatro invernaderos producían flores que luego exportaban a Holanda a través de una sociedad israelí. Pero a partir del año 2000, la situación comenzó un lento pero irrefrenable declive. Las autoridades israelíes dejaban cerrado durante semanas el paso fronterizo de Karny, por lo que las flores se estropeaban. Cansados de esta situación, los Al Kafarna decidieron pasarse a los tomates y orientar su producción al mercado local, pero salir a trabajar resultaba cada día más peligroso debido a los disparos de los tanques y los bombardeos. Finalmente, en el año 2003 los blindados israelíes destruyeron dos de sus invernaderos, asestándoles un duro golpe del que aún no se han podido recuperar y que los ha sumido en la miseria como a tantos de sus vecinos. "Nos destruyen los cultivos, nos disparan, ¿cómo quieren que podamos vivir?", me dice Mohamed, que es el que toma las riendas de la conversación. “Lo peor es que la Unión Europea, que antes nos ayudaba en todo, ahora se ha aliado con los israelíes en contra nuestra y no condena lo que no están haciendo. Y nos extraña especialmente que España no haga nada, un país amigo del pueblo palestino”.
Más allá de la frustración que manifiestan, se muestran sumamente amables. Me invitan una taza de té, después un café, más tarde me dicen si quiero comer con ellos. Son gente hospitalaria, de campo, que habla a viva voz, gesticulando exageramente con las manos. Mientras conversamos, los F 16 no dejan de sucederse en el cielo. Por momentos su sonido oculta nuestras palabras. “Ahora vivimos de la ayuda humanitaria que llega cuando no están atacando. De las cajas que nos dan tomamos lo justo para no morir y el resto lo vendemos en el mercado para tener un poco de efectivo”, continúa Mohamed. “No pedimos tarjetas de crédito ni ropa de marca, sólo que nos dejen trabajar, como toda la vida”. Un detalle me habla de la decadencia de la familia: la silla de plástico en la que me he sentado que, tras haberse partido en dos, fue cosida con alambre para poder seguir siendo utilizada. “Mira nuestra ropa, parecemos mendigos", me dice Jamal. "No tenemos luz, no tenemos agua, no tenemos gas, es como si hubiésemos retrocedido en el tiempo. Ya no comemos carne, hacemos nuestro propio pan. Cada vez que una gallina pone un huevo lo celebramos". Les pregunto por los misiles Qassam, que son la justificación que esgrime Israel para atacar Beit Hanun. “Hay muchas zonas desde las que no se lanzan misiles, como la nuestra, pero que igual son atacadas. ¿Y en Cisjordania? ¿Acaso se lanzan misiles desde ahí? Pero igual los judíos arrancan los árboles y destruyen los cultivos”, me responde Mohamed. "Lo que quieren es hacer el Gran Israel, el sueño de Sharón, y matarnos de hambre a los palestinos”. Con respecto a los constantes ataques, quiero saber cómo los viven, en especial, con tantos niños como tienen. “Apenas empiezan los disparos salimos a buscar a nuestros hijos. Y, una vez que han regresado, los contamos para comprobar que no falte ninguno”, me explica Mohamed. “Muchas veces la casa vibra de tan cerca que caen las bombas, así que ponemos la cama lo más lejos de las ventanas y las paredes". A lo que Jamal agrega sonriente: "Y todos los niños se vienen a dormir con nosotros. La cama de los padres es pública hoy en día”.
"Desde hace cinco años nuestra vida ha cambiado, no somos los mismos. Ya no por la pobreza, también por la tensión de vivir así. Hay muchas peleas, gritos, pero hacemos todo lo posible por seguir unidos. No perdemos la esperanza de que todo mejore algún día", me dice Mohammed. "Y quizás cuando haya paz alguien nos pueda prestar dinero así reparamos las bombas de agua y los invernaderos para poder volver a trabajar y que nuestra vida sea como antes de esta pesadilla". Después del encuentro con la familia Al Kafarna, me acerco a conversar con Mohamed El Bakri, director de la Unión de Comités de Trabajo Agrícola, sobre la situación de los campesinos en Gaza. "Los israelíes arrancan los árboles con las excavadoras, bombardean los cultivos, no permiten que las familias salgan a trabajar en las zonas próximas a la frontera", me dice. "Están condenando a cientos de miles de personas al hambre y la miseria. El 25% de la población de Gaza se dedica a la agricultura". Según datos de su organización, desde que comenzaron las incursiones en junio los israelíes destruyeron: . 2.200 dunams de tierra cultivada. . 1500 dunams de sistemas de riego. . 100 invernaderos. . 10 granjas de pollos.
Otro informe que me entrega señala que, entre 28/09/2000 y el 31/03/2005, el ejército israelí destruyó: . 2.054.121 árboles. . 2.183 dunams de invernaderos. . 13.883 dunams de tierra cultivada. En total, estas agresiones produjeron pérdidas a los agricultores palestinos por 1.177 millones de dólares. "Desde el comienzo de la segunda Intifada, arrasaron el 50% del suelo cultivable de la franja de Gaza", me asegura. "Y, como si esto fuera poco, desde hace un año han cerrado las fronteras y ya no nos dejan exportar nuestros productos. Antes vendíamos claveles, tomates cherry, pimientos y frambuesas a Europa, lo que era muy rentable". El Ejército israelí argumenta que la destrucción de los campos, que tiene mayoritariamente lugar en la frontera, responde a razones de seguridad. "¿Qué piensan, que nos vamos a esconder detrás de las frambuesas para tirar misiles? Lo que Israel hace es presionar a la gente así no luchamos por nuestros derechos”. Según la Cuarta Convención de Ginebra, que fue firmada en 1949 y que trata sobre los derechos de los civiles en tiempos de guerra, el Estado de Israel, como fuerza de ocupación en los territorios palestinos, tiene la obligación de velar por el bienestar de la población. El artículo 39, sobre los Medios de Subsitencia, establece que si la fuerza ocupante "somete a una persona protegida a medidas de control que le impidan ganarse la subsistencia, en particular cuando tal persona no pueda, por razones de seguridad, encontrar un trabajo remunerado en condiciones razonables, dicha Parte en conflicto satisfará sus necesidades y las de las personas a su cargo". Hasta el momento, Israel no ha asumido esta responsabilidad, dejándola en manos de la comunidad internacional y de la Autoridad Palestina (AP). Y todos sus esfuerzos parecen ir en la dirección contraria al no permitir la salida de los productos locales a los mercados externos, al prohibir a los pescadores de hacerse a la mar, y al destruir miles de cultivos, invernaderos y granjas desde que el día 28 de junio comenzara la operación militar conocida como Lluvia de verano. Como consecuencia, el 79% de los hogares de la franja de Gaza vive por debajo de la línea de la pobreza.

2 comentarios:

Nelson dijo...

Dramatico retrato de esta triste realidad amiga, has hecho un trabajo digno de reconocimiento, pero que nos deja un amargo sabor ante tantas injusiticias y sufrimiento ajeno.

Amiga, en mi reciente entrada he utilizado un fragmento de su comentario en uno de mis articulos recientes. Espero sea de su agrado

Exitos y bendiciones

Maria dijo...

Muchas Gracias Nelson, por el comentario,...la verdad es que con tantas injusticias y sufrimiento ajeno, ultimamente tengo como se dice "el corazón en un puño", y creemé que me gustaría poder hacer algo más que comunicar tanta injusticia y dolor sobre todo en Palestina, aunque sin olvidar tampoco Afganistan, Irak, Congo, México,...me gustaría poder ir a cada lugar y ayudar sobre el terreno, pero a falta de eso, pues al menos denunciaré las Injusticias y la Barbarie Israelí, EstadoUnidense,...en nombre de los que no pueden hacerlo...
Desde luego agradezco que utilices fragmento de un comentario mio,...faltaba más. Exitos y Bendiciones . Un Abrazo