MARIA EN PIE DE LUCHA

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jueves, 6 de noviembre de 2008

MARTIN LUTHER KING -"YO TENGO UN SUEÑO"

EE.UU. Obama, el sueño de Martín Luther King 40 años después de su muerte "Yo tengo un sueño... Un día cualquier negro de este país, cualquier hombre de color en el mundo entero será juzgado por su valor personal antes que por el color de su piel", decía King cinco años antes de ser asesinado en Memphis el 4 de abril de 1968. Vanessa Higueras (HERALDO.es) En medio de la vorágine de popularidad que rodea a Barack Obama, primer candidato afroamericano con serias opciones a alcanzar la Casa Blanca, Estados Unidos y todos los defensores de los derechos civiles, conmemoran este viernes el 40 aniversario del asesinato de Martín Luther King, estandarte de la libertad y la lucha racial durante los años sesenta. El 4 de abril de 1968, cuando sólo contaba con 39 años, el reverendo King fue asesinado de un balazo en el balcón de un pequeño motel del centro de Memphis, ciudad adoptiva de otro “Rey”, Elvis Presley, pasando como él a engrosar la larga lista de héroes norteamericanos. El ex convicto James Earl Ray se declaró autor del crimen y fue condenado. Pero después de algún tiempo en la cárcel reconsideró su confesión y clamó por su inocencia, dando pie a numerosas teorías conspirativas. Nacido en Atlanta (Georgia) el 15 de enero de 1929 en el seno de una familia de fuerte vocación religiosa, King se convirtió en el ganador más joven del Premio Nobel de la Paz en 1964 por su lucha pacífica contra las desigualdades sociales. Con sólo cuatro palabras, “I have a dream”, en un histórico discurso ante más de 250.000 personas en una marcha sobre Washington, hizo tambalear los cimientos de una sociedad marcada por la esclavitud. "Yo tengo un sueño... Un día cualquier negro de este país, cualquier hombre de color en el mundo entero será juzgado por su valor personal antes que por el color de su piel". ¿Qué habría pasado si Martín Luther King no hubiese tenido aquel sueño y el movimiento por los derechos civiles nunca hubiese luchado por la igualdad entre blancos y negros? Es imposible saberlo, pero tal vez Hillary Clinton no hubiera tenido tantos problemas para alzarse con la candidatura demócrata ni George Bush hubiera confiado la secretaría de Estado a Condoleezza Rice. Sin embargo, a pesar de las apariencias, el sueño de King no se ha cumplido del todo. Catástrofes como la del huracán Katrina, con miles de víctimas en Nueva Orleáns, en su mayoría afroamericanos, o el alto porcentaje de presos de color en las cárceles estadounidenses evidencian que las desigualdades raciales continúan en una de las principales potencias mundiales. Pasos importantes Lo que nadie puede discutir es que Martín Luther King diera pasos importantes. Luchó para acabar con leyes que prohibían a los negros utilizar las mismas instalaciones que los blancos, alentó a miles de personas a movilizarse y protestar de forma pacífica contra las normas segregacionistas de varios estados sureños y gracias a él, muchos de esos progresos fueron incluidos en la ley de Derechos Civiles, firmada por el presidente Lyndon Johnson en 1964. Diez años antes, convertido en pastor de la Iglesia bautista, King comenzaba su lucha con un pequeño boicot al bus de Montgomery (Alabama) que obligaba a las personas de color a ceder su asiento a los blancos. Después participó en la fundación de la Conferencia Sureña del Liderazgo Cristiano y organizó el activismo por los derechos civiles a través de la no violencia. Sin embargo, la derrota de la segregación racial no fue el único objetivo de sus reivindicaciones. En 1965 King comenzó a expresar su rechazo hacía el papel de los Estados Unidos en la Guerra de Vietnam. Las innumerables críticas a la actual guerra de Irak hacen que estas palabras permanezcan vigentes 40 años después de su muerte. "Sabía que nunca podría pronunciarme contra la violencia de los oprimidos en los ghettos sin primero haber hablado claramente ante el surtidor de violencia más grande en el mundo hoy día: mi propio gobierno", subrayó. "Una nación que continúa, año tras año, gastando más en la defensa militar que en programas de asistencia social, se está aproximando a la muerte espiritual", declaró el 4 de abril de 1967 en una iglesia neoyorquina. Durante la famosa Marcha a Washington por los Trabajos y la Libertad, que encabezó Martín Luther King, el 28 de agosto de 1963, el inolvidable líder de los Derechos Civiles dijo un memorable discurso que ha quedado para la posteridad como una muestra de la grandeza de su pensamiento. A continuación reproducimos ese discurso, conocido como “Yo tengo un sueño.” Estoy orgulloso de reunirme con ustedes hoy día en esta que será la más grande demostración para la libertad en la historia de nuestro País. Hace cien años, un gran americano, en cuya simbólica sombra estamos hoy parados, firmó la Proclamación de la Emancipación. Este trascendental decreto vino como un gran rayo de luz de esperanza para millones de esclavos negros, chamuscados en las llamas de una marchita injusticia. Vino como un lindo amanecer al final de una larga noche de cautiverio. Pero cien años después, el negro aún no es libre; cien años después, la vida del negro aún es tristemente lisiada por las esposas de la segregación y las cadenas de la discriminación; cien años después, el negro vive en una isla solitaria en medio de un inmenso océano de prosperidad material; cien años después, el negro todavía languidece en las esquinas de la sociedad americana y se encuentra desterrado en su propia tierra. Entonces hemos venido hoy día aquí a dramatizar una condición vergonzosa. En un sentido hemos venido a la capital de nuestro país a cobrar un cheque. Cuando los arquitectos de nuestra república escribieron las magníficas palabras de la Constitución y la Declaración de Independencia, ellos firmaban un pagaré del cual cada americano sería el heredero. Este pagaré era la promesa que todo hombre, sí, el hombre negro y el hombre blanco, tendrían garantizados los derechos inalienables de vida, libertad, y búsqueda de la felicidad. Es obvio hoy día que América ha incumplido este pagaré en lo que concierne a sus ciudadanos de color. En lugar de honrar esta sagrada obligación, América ha dado a la gente negra un cheque malo; un cheque que ha regresado con el sello “fondos insuficientes.” Pero rehusamos creer que el Banco de Justicia está quebrado. Rehusamos creer que no haya suficientes fondos en las grandes bóvedas de oportunidad de este país. Y entonces hemos venido a cobrar este cheque, el cheque que nos dará sobre manera la riqueza de libertad y la seguridad de justicia. También hemos venido a este sagrado lugar para recordar a América la urgencia impetuosa de ahora. Este no es el momento de tener el lujo de enfriarse o tomar tranquilizantes de gradualismo. Ahora es el momento de hacer realidad las promesas de democracia; ahora es el momento de salir del oscuro y desolado valle de la segregación al camino alumbrado de la justicia racial; ahora es el momento de sacar nuestro País de las arenas movedizas de la injusticia racial, a la piedra sólida de la hermandad; ahora es el momento de hacer de la justicia una realidad para todos los hijos de Dios. Sería fatal para la nación pasar por alto la urgencia del momento. Este verano ardiente por el legítimo descontento del negro, no pasará hasta que no haya un otoño vigoroso de libertad e igualdad. 1963 no es el fin, sino el principio. Y los que pensaban que el negro necesitaba desahogarse para sentirse contento, tendrán un rudo despertar si el país regresa al mismo oficio. No habrá ni descanso ni tranquilidad en América hasta que al negro se le garantice sus derechos de ciudadanía. Los remolinos de la rebelión continuarán a sacudir las bases de nuestra nación hasta que surja el esplendoroso día de la justicia. Pero hay algo que yo debo decir a mi gente, los cuales están parados en el umbral gastado que conduce al palacio de la justicia. En el proceso de ganar el lugar que nos corresponde, no debemos ser culpables de hechos censurables. No busquemos satisfacer nuestra sed de libertad con tomar de la taza de la amargura y del odio. Siempre tendremos que conducir nuestra lucha en el plano alto de la dignidad y disciplina. No podemos permitir que nuestras protestas creativas se degeneren en violencia física. Una y otra vez debemos elevarnos a las majestuosas alturas del encuentro de la fuerza física con la fuerza del alma. La maravillosa nueva militancia, la cual ha envuelto a la comunidad negra, no debería llevarnos a desconfiar de toda la gente blanca; porque varios de nuestros hermanos blancos, como se ve hoy día por su presencia aquí, han venido a darse cuenta que su destino esta amarrado con nuestro destino. Y ellos han llegado a darse cuenta que su libertad está inseparablemente unida a nuestra libertad. No podemos caminar solos. Y al caminar, debemos hacer la promesa que siempre marcharemos adelante. No podemos volver atrás. Hay aquellos que están preguntando a los devotos de los Derechos Civiles, “¿Cuando estarán satisfechos?” Nunca podremos estar satisfechos mientras que el negro sea víctima de horrores indescriptibles de brutalidad policial; nunca podremos estar satisfechos mientras que nuestros cuerpos, pesados por la fatiga de viajar, no podemos alojarnos en los moteles de las carreteras y en los hoteles de las ciudades; no podremos estar satisfechos mientras que la movilidad básica del negro es de un barrio pequeño a uno más grande; nunca podremos estar satisfechos mientras que nuestros hijos están despojados de su personalidad y robados de su dignidad por un letrero escrito “Sólo para blancos,” no podremos estar satisfechos mientras que el negro de Mississippi no pueda votar y el negro de New York crea que no tiene nadie por quién votar. No, no, no estamos satisfechos, y no estaremos satisfechos hasta que la justicia corra como el agua y las virtudes como una fuerte quebrada. Yo no desconozco que algunos de ustedes han venido hasta aquí con grandes esfuerzos y tribulaciones. Algunos de ustedes han llegado recién de unas angostas celdas. Algunos de ustedes han venido de áreas donde su búsqueda de libertad los ha dejado golpeados por la tormenta de persecución y derrumbados por los vientos de la brutalidad policíaca. Ustedes han sido los veteranos del sufrimiento creativo. Continúen trabajando con la fe de que el sufrimiento no merecido es redentorio. Regresen a Mississippi; regresen a Alabama; regresen a South Carolina; regresen a Georgia; regresen a Louisiana; regresen a los barrios bajos y a los ghettos de nuestras ciudades norteñas, sabiendo que de alguna manera esta situación podrá y será cambiada. No nos revolquemos en el valle de la desesperación. Entonces les digo a ustedes, mis amigos, que aunque nosotros enfrentemos las dificultades de hoy y de mañana, aún yo tengo un sueño. Es un sueño profundamente arraigado en el sueño americano, que un día esta nación surgirá y vivirá verdaderamente de su credo, nosotros mantenemos estos derechos patentes, que todo hombre es creado igual. Yo tengo un sueño que ese día en las tierras rojas de Georgia, hijos de esclavos anteriores e hijos de dueños de esclavos anteriores se podrán sentar juntos a la mesa de la hermandad. Yo tengo un sueño que un día aún el estado de Mississippi, un estado ardiente por e1 calor de justicia, ardiente por el calor de la opresión, será transformado en un oasis de libertad y justicia. Yo tengo un sueño que mis cuatro pequeños hijos algún día vivirán en una nación donde no serán juzgados por el color de la piel, sino por el contenido de sus caracteres. ¡Hoy yo tengo un sueno! Yo tengo un sueño que un día en Alabama, con sus racistas viciosos, con su gobernador con sus labios goteando palabras de interposición y nulificación, un día allí en Alabama los pequeños negros, niños y niñas, podrán unir las manos con pequeños blancos, niños y niñas, como hermanos y hermanas. ¡Hoy yo tengo un sueno! Yo tengo un sueño que algún día cada valle será elevado, y cada colina y montaña serán hechas llanas. Los lugares más ásperos serán aplanados y los lugares torcidos serán hechos rectos, y la gloria de Dios será revelada y todo género humano se verá junto. Esta es nuestra esperanza. Esta es la fe con la cual yo regreso al Sur. Con esta fe podremos labrar de la montaña de la desesperación, una piedra de esperanza. Con esta fe podremos transformar el sonido discordante de nuestra nación en una hermosa sinfonía de hermandad. Con esta fe podremos trabajar juntos, rezar juntos, luchar juntos, ir a la cárcel juntos, pararse juntos por la libertad, sabiendo que algún día seremos libres, y este es el día. Este será el día cuando todos los hijos de Dios podrán cantar con nuevos sentidos “Mi País es de ti, dulce tierra de libertad a ti yo canto. Tierra donde mi padre murió, tierra del orgullo de los peregrinos, de cada lado de la montaña, dejemos resonar la libertad.” Y si América va a ser una grande nación, esto tendrá que hacerse realidad. Entonces dejen resonar la libertad desde la cima de los montes prodigiosos de New Hampshire; dejen resonar la libertad desde las poderosas montañas de New York; dejen resonar la libertad desde las alturas de las Alleghenies de Pennsylvania; dejen resonar la libertad desde las rocas cubiertas de nieve de Colorado; dejen resonar la libertad desde las curvosas cuestas de California. Pero no sólo esto. Dejen resonar la libertad de la Montaña de Piedra de Georgia; dejen resonar la libertad desde la montaña Lookout de Tennessee; dejen resonar la libertad desde cada colina y montaña de Mississippi. De cada lado de montaña dejen resonar la libertad. Y cuando esto pase y cuando dejemos resonar la libertad, cuando la dejemos resonar de cada aldea y cada caserío, de cada estado y cada ciudad, podemos apurar el día en que todos los hijos de Dios, hombre negro y hombre blanco, judíos y cristianos, protestantes y católicos, podemos unir nuestras manos y cantar en las palabras del viejo espiritual negro: “Libre al fin, libre al fin; gracias Dios Omnipotente, somos libres al fin.”

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Hermoso artìculo amiga...bueno recordar a personas que dejaron huella tan profunda y trascendente...

un abrazo

Maria dijo...

Gracias Amiga, pues sí y esperemos que Barack Obama pueda hacer realidad El Sueño de Luther king y los Sueños de todos los que tenemos puestas nuestras Esperanzas en el Cambio del Orden Mundial para beneficio de todos los Hombres y Mujeres del Mundo. Un Abrazo